Volar sin el sonido de ningún motor, como los pájaros, y poder flotar a más de 600 metros de altura con ningún otro impulso y timón que no fuera el propio viento. Una experiencia única que aquella mañana de primeros de mayo, cuando aún no había ni salido el sol, viviría por primera vez sobrevolando en globo por la provincia de Sevilla, concretamente sobre el maravilloso corredor verde y todo el valle del Guadiamar…

Diario de un Mentiroso